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¡Que lindo que es comer! Y no sólo es lindo, también es increíblemente placentero. No sé qué será, pero comer algo rico a uno lo hace más feliz. Eso es lo que me pasó a mí en la Feria Masticar: mi panza, mi alma de gordita y yo fuimos felices. Tanto yo como todos los que estaban ahí estábamos celebrando lo mismo: el arte de comer.

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Masticar es una feria de cocina argentina organizada por cocineros que, a pesar de estar recién en su segunda edición, muestran no ser principiantes en el asunto. ¿Cuál es el gran atractivo de este evento? Comer pequeñas porciones de los platos de los chefs más reconocidos del país a precios increíblemente bajos. Todo está tan perfectamente pensado que, además, el tamaño de las porciones te permite degustar qué y cómo cocinan muchísimos de estos chefs (aunque ahora que lo pienso bien, no creo que uno sigue comiendo porque puede sino porque QUIERE SEGUIR COMIENDO).

la foto 1(2)El sistema: hay algo que los organizadores de Masticar han entendido a la perfección: el modo de manejarse adentro de la feria. Han descubierto cómo hacerte gastar muchísimo dinero y que vos ni te des cuenta. ¿Cómo? Con unos tickets pseudo-kermesse que valen por efectivo dentro de la feria. Sí, dentro de la feria vos nada lo pagas con «billetes reales», sino que comprás antes (y vas comprando adentro porque claramente no te alcanza) varios tickets. Encima, ¡podes pagarlos con tarjeta de crédito! ¿Entonces qué pasa? Vos gastás y gastás y casi que ni te enterás.

El lugar: la feria se llevó a cabo en el Distrito Audiovisual, un espacio increíblemente amplio en el límite entre Palermo y Colegiales. Para definir en pocas palabras el lugar: tenía muchísima onda. Tiene un espacio interno con puestos de comida y un mercado de productos, en su mayoría orgánicos, mientras que en el sector al aire libre había unos divertidísimos foodtrucks. Gracias al buen clima del fin de semana, los espacios exteriores pudieron ser bien aprovechados.

Mi podio: no fue fácil elegir las 5 cosas que más me gustaron porque todo era simplemente delicioso. Pero poniéndonos en exquisitos, se pudo definir qué sobresalió y qué no.

1) Tegui: es imposible elegir un solo plato de Germán Martitegui. Todo era perfecto. Comimos 2 de los 3 platos que estaba presentando: las zanahorias orgánicas con puré de zanahorias y queso de cabra ($15) y la carrillera de vaca con puré de papas al carbón y criolla de damascos ($45). En lo que no puedo dejar de pensar es cómo no probé el tercer plato que estaba presentando: los ñoquis de ricota con mollejas y castañas ($35). Apuesto un pie a que seguro estaba buenísimo como todo lo anterior.

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2) Garrón de cordero de Gajo ($40): cuando un pedazo de cordero toca tu boca y automáticamente se deshace, emociona. Y este garroncito de cordero hacía eso, era una manteca. Y además, le damos el premio al aguante a Soledad Nardelli que estuvo desde que llegamos hasta que nos fuimos laburando y poniendo garra en el stand.

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3) Huevo apanado de Paraje Arévalo ($30): era un diez absoluto. Iría a comer a Paraje Arévalo con la única esperanza de volver a comer un huevo tan rico y tan bien hecho como ese. Lo servían sobre una ensalada verde con salmón ahumado. Un espectáculo (léase «essssspetaculo»).

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4) Sandwich de langostinos de Los Petersen en Robert Sandwich ($35): hecho con langostinos marplantenses crocantes, palta, ensalada de verdes y un pan de leche casero, era la opción ideal para comer algo fresco al aire libre. De sólo pensar en él ya se me hace agua la boca.

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5) Burrata con pesto de Sucre ($35): fue de lo último que probamos en la feria. Nuestro «postre». Muy buena elección hicimos, era una delicia. Tanto, que ya estábamos tan en gorditos mode-on que ni llegamos a sacarle la foto antes de atacar (pero por suerte, pudimos conseguir una para que la vean).

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La crítica: en toda la jornada encontré una sola cosa que no me gusto (y miren que soy exigente). En Masters of Food and Wine by Máximo López May servían una provoleta de queso de cabra que estaba rica. El problema no fue con el plato, sino en como el olor del mismo invadía casi un cuarto del predio, el cual no era justamente chico. La crítica no es con ánimos de ofender, sino en evaluar la ventilación (o lo que sea que haya fallado) para casos futuros porque el aroma era muy invasivo.

Feria Masticar no sólo cumplió con nuestras expectativas, sino que las superó ampliamente. Estas ferias tan grandes, suelen quedarse muchas veces en el camino de lo que proponen. Este no fue el caso. La propuesta era probar las cosas más ricas que podías a precios relativamente bajos y eso se cumplió. En resumen, ya voy sacando las entradas para Masticar 2014 porque no pienso perdérmelo.

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